domingo, 10 de marzo de 2013

¿Agresivo o sumiso?


Hasta ahora hemos visto que una persona asertiva es aquella que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos sin intención de herir o perjudicar. Es por eso por lo que la asertividad se sitúa en medio de dos conductas comunes, la agresividad y sumisión.
Casi todos hemos oído la expresión que dice "el primer paso es reconocerlo". 
La finalidad de esta nueva entrada es que cada uno, desde la sinceridad y conocimiento de uno mismo, sepa si es o no asertivo y, en caso de no serlo, en qué punto se situaría más, si en el agresivo o el sumiso. De esa manera, teniendo conocimiento de ser más uno que otro, sabemos de qué punto partimos para empezar a encaminarnos hacia la asertividad. Para ello, hemos contado con la ayuda de la psicóloga Olga Castanyer Mayer-Spiess, quien nos ha dado algunas pautas para reconocer ambas personalidades.

Las persona agresiva es la que defiende en exceso los derechos e intereses personales, sin tener en cuenta los de los demás: a veces no los tiene realmente en cuenta, otras, carece de habilidades para afrontar ciertas situaciones.

En cuanto a su comportamiento:

- Dicen lo que piensan sin tener en cuenta a los demás.
- Utilizan un volumen elevado, tienen un estado de alerta permanente y su postura invade el espacio.

En cuanto a su forma de pensar:

- Creen que si no se comportaran de esa forma, podrían ser atacados por los demás.
- Lo sitúan todo en términos de ganar o perder.
- Moral rígida e inflexible.
- La culpa siempre es de los demás.

En cuanto a cómo se siente:

- Se sienten solos, incomprendidos, frustrados, culpables.
- Tienen baja autoestima.
- Sensación de falta de control.
- Enfado cada vez más constante.





  
  
En el otro extremo, encontramos a la persona sumisa, quien es incapaz de defender sus derechos e intereses personales por no perjudicar o hacer daño a los demás.

En cuanto a su comportamiento:

- Tiene un volumen de voz bajo, suele hablar poco.
- Tiene excesa amabilidad por no hacer daño a los demás.
- No suele saber qué hacer o qué decir.
- No mantiene la mirada y suele tener postura corporal o facial tensa.

En cuanto a su forma de pensar:

- Evitan molestar u ofender a los demás.
- Tienen constante sensación de no ser comprendido o ser manipulado.
- Pensamientos de inferioridad.
- Carecen de opinión propia.
- Aceptación incondicional del otro.

En cuanto a cómo se siente:

- Siente impotencia y culpabilidad.
- Tienen baja autoestima y se sienten frustrados por no decir lo que piensan o desean.



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